miércoles, 25 de mayo de 2011

La Leyenda Negra : Los siglos posteriores y la visión Romántica de España

De nuevo, son tres los frentes que, en el siglo XVIII se desarrollan contra lo hispano: los tópicos, la obsesión por la utilidad de España y su obra, y cómo no, la Inquisición.

Las críticas contra lo hispánico, centrándose en los tópicos psicológicos o caracteriológicos, son especialmente duras desde Francia. Montesquieu, en sus "Cartas Persas" (1722), constituye el mejor exponente de estas críticas. Su carta LXXVIII es bien significativa:

“Porque bueno es saber que cuando un hombre tiene cierto mérito en España, cuando, por ejemplo, añade a las cualidades de que acabo de hablar la de ser propietario de una gran espada o la de que su padre le haya enseñado a desafinar en una guitarra, no trabaja: su honor va unido al reposo de sus miembros. El que se está sentado diez horas al día logra una mitad más de consideración que el que descansa cinco horas, porque la nobleza se adquiere en las sillas”.

Voltaire también prosiguió en este tono cuando afirmó que la guitarra, los celos, la devoción, las mujeres y el lenguaje por señas eran las ocupaciones a las que se dedicaban los españoles.

(Majas en el balcón (1810-1814) de Francisco de Goya. La imagen de la España castiza de toros, majas y pandereta se configura en el siglo XVIII aunque tiene un periodo de esplendor en el siglo XIX, sobre todo tras la invasión francesa)

Y no sólo los filósofos, también los viajeros que por aquel tiempo nos visitaron hacen uso de similares descripciones. Así, Casanova dedicó a España cinco capítulos del tomo VI de sus "Memorias" y dijo, por ejemplo:

“No conozco pueblo más lleno de prejuicios que éste. El español es enemigo de los extranjeros, lo cual proviene de una vanidad extremada y exclusivista. Las mujeres, menos reacias, vengan a los extranjeros amándolos. Su afición a ellos es bien conocida (…) Los españoles son pequeños, mal conformados y sus rasgos fisionómicos distan de ser bellos”.

España ciertamente atrajo la curiosidad europea y en la segunda mitad del siglo XVIII abundaron los viajeros que llegaron a nuestras tierras, fundamentalmente procedentes de Francia, Italia e Inglaterra.

(El aventurero veneciano Giacomo Casanova viajó por numerosos países entre ellos Francia, donde instaló la lotería pública, y España. Parece ser que fue colaborador de los inquisidores. Vista del Paseo Nuevo de Barcelona, según un grabado del siglo XIX)
 
La obsesión caracteriológica pronto dio paso a la discusión sobre la utilidad de lo hispánico. El problema lo planteó Nicolas Masson de Morvilliers cuando en los volúmenes de geografía de la nueva "Enciclopedia Metódica" hacía su famosa pregunta:

“¿Qué se debe a España? Desde hace dos, cuatro, diez siglos, ¿qué ha hecho por Europa?”

La respuesta para el francés era contundentemente negativa y las obras escritas sobre la historia de España en este siglo destacan los mismos aspectos a que estábamos acostumbrados: intolerancia religiosa, avaricia, ignorancia, ambición y crueldad, que no hicieron más que perjudicar a Europa. Por este motivo, el autor anónimo del "Psycantrope" trazando el mapa intelectual europeo, hace que el ecuador pase por París después de colocar los polos del mundo en las costas de África y en las del Báltico. Al sur del ecuador señala que se trata de una tierra que no pare sino monstruos, añadiendo que son tierras deshabitadas y países inútiles

(Hasta el setecientos el toreo a caballo o rejoneo dominó la fiesta de los toros, con carácter aristocrático. A lo largo de este siglo la fiesta se fue haciendo más popular. Los toreros más famosos del siglo XVIII, Rodríguez Castillares, Pepe-Hillo y Pedro Romero, sentaron las bases del toreo actual)

La visión romántica sobre España:

A lo largo del siglo XIX la Leyenda Negra fue perdiendo fuerza. Las viejas y mordaces críticas contra Felipe II se suavizaron y únicamente quedaron narraciones anecdóticas y morbosas. El tema del desgraciado hijo de Felipe II, don Carlos, acaparó la atención de literatos e historiadores.

El alemán Schiller, en su drama "Don Carlos", encontró en la vida del príncipe la materia prima ideal para un tema literario que adornaba con amores imposibles, pasiones inalcanzables y rivalidades extremas, tan propias de los escritores románticos. El argumento era en síntesis el siguiente: Isabel de Valois era la prometida del príncipe don Carlos, y a punto estaban de casarse cuando razones políticas hacen que Felipe II sustituya a su hijo.

(Andalucía, y particularmente Sevilla, ha sido siempre desde la perspectiva del viajero superficial o del turista amigo de lo exótico, la representación por excelencia de las supuestas esencias hispánicas. Hoy es insostenible esa presunta reducción de lo español a lo andaluz)

El obstáculo que se alza entre los amantes aviva la pasión de don Carlos. Surge entonces un enemigo en la princesa de Éboli. En torno a Isabel de Valois giran para perderla la Éboli, el duque de Alba, Antonio Pérez y Ruy Gómez da Silva. Se complica la trama con la amistad de la Reina hacia el marqués de Poza, que cae bajo el puñal de un sicario por orden del Rey. Descubierta después una carta afectuosa de la Reina a don Carlos y reveladas las relaciones que éste mantenía con los nobles flamencos, Felipe II le entrega a la Inquisición. Sin embargo, antes de sufrir el castigo, el príncipe se abre las venas, mientras Isabel se suicida envenenándose.

Las críticas a la Inquisición también fueron desapareciendo paulatinamente. Por curioso que parezca, aumentó el interés de los europeos hacia España. Pero, ¿acaso intentaban reescribir la historia con intenciones más objetivas? De ningún modo. Surgió, por el contrario, un interés por el "exotismo" de España.

(Ir por agua a la fuente era una de las actividades que permitían a la mujer salir a la calle y establecer relaciones sociales con amigas o vecinas. Ciertamente uno de los fenómenos más transcendentales de la sociedad contemporánea ha sido el cambio radical que ha supuesto la incorporación al trabajo por parte de la mujer, antes anclada exclusivamente en su ámbito doméstico. El cuadro refleja la idealización romántica de los tipos populares característica del costumbrismo decimonónico. Fuente de la ermita de Ávila, de Valeriano Domínguez Bécquer)

España, según ellos, no sólo era diferente, sino excepcional. De este modo, el romanticismo del siglo XIX en su afán por huir de la realidad se refugió en mundos más sugestivos. Hallaron en nuestro país el honor y el fervor patriótico y religioso para construir una visión idealizada y bien diferente a la real. Lord Byron vino a España para escribir "Loverly girl of Cadix", Víctor Hugo publicó sus "Orientales" y Washington Irving nos dejó los deliciosos "Cuentos de la Alambra", sin olvidar a la "Carmen" de Mérimée y de Bizet.

(Washington Irving fue un historiador norteamericano que, enamorado de Andaluzía, vivió largo tiempo en la Alambra de Granada, narrando una serie de leyendas populares como las de Boabdil, el astrólogo árabe o la Torre de los Infantes. Sus Cuentos de la Alambra (2832) tuvieron gran éxito en todo el mundo)


Continuará...

Fuentes :

García Cárcel, Ricardo; Mateo Bretos, Lourdes (1990). “La leyenda negra”. Madrid: Altamira.
Alvar, Alfredo (1997). “La leyenda negra”. Madrid: Akal.
Molina Martínez, Miguel (1991). “La leyenda negra”. Madrid: Nerea.
Pérez, Joseph (2009). “La leyenda negra”. Gadir.

miércoles, 18 de mayo de 2011

La Leyenda Negra : El Tribunal de la Sangre, la Inquisición, los tópicos sobre España

En los Países Bajos la lucha por la independencia de España generó continuos enfrentamientos y conflictos, que llegaron a su punto culminante con la política del duque de Alba (1567-1571) y el saqueo de Amberes de 1576.

La actuación del duque fue calificada de cruel y sangrienta, especialmente por los llamados Tribunales de la Sangre, aunque parece cierto, es evidente que había un claro interés en desprestigiar al invasor español mediante una larga y variada enumeración de horrores. Se difundieron multitud de hechos escalofriantes, como el del hombre que fue ahorcado por ocultar a su propio hijo o la decapitación de una viuda que alojó una noche en su casa a un predicador protestante.

(Fernando Álvarez de Toledo y Pimentel (Piedrahita, 29 de octubre de 1507 - Lisboa, 11 de diciembre de 1582), llamado el Gran Duque de Alba. En 1566 hubo revueltas y desórdenes en los Países Bajos causadas por los calvinistas. Para atajarlas envió Felipe II al duque de Alba al mando de un poderoso ejército que llegó a Bruselas el 22 de agosto de 1567. Pocos días después, el 5 de septiembre, establecía el «Tribunal de los Tumultos» (popularmente conocido como «Tribunal de la sangre») para juzgar a los responsables de los disturbios del año anterior. El Tribunal actuó con extraordinario rigor y fueron muchos los ajusticiados. Sus actuaciones acrecentaron el odio hacia los españoles)

Esta visión fue apoyada intensamente por Inglaterra; la propia reina Isabel escribió en 1585 una Declaración de las causas que mueven a la reina a dar ayuda a la defensa del pueblo afligido y oprimido en los Países Bajos.

Pensemos que en Inglaterra había partidarios de Juan Calvino que deseaban hacer oír sus voces y que estaban, por lo tanto, próximos a los calvinistas flamencos; fueron ellos quienes escribieron la historia de la rebelión de los Países Bajos. Además, a Inglaterra sólo llegaban las obras traducidas de autores franceses y flamencos, de manera que sólo se conoció una versión de los acontecimientos. Podríamos citar muchos autores, pero el relato más detallado, posiblemente, fue escrito por George Gascoigne que se dedicó a escribir minuciosamente las violaciones, saqueos, incestos, sacrilegios y todo tipo de desmanes; fue tal la acogida popular, que su obra se convirtió en pieza de teatro.

Francis Bacon, la primera gran figura de la filosofía moderna en Inglaterra, escribió "Consideraciones políticas para emprender la guerra contra España" (1624), obra donde arremete contra el Imperio español:

“¿Creéis que es poca cosa que la Corona de España haya extendido sus límites desde hace sesenta años mucho más que los otomanos los suyos? No digo por alianzas o por uniones, sino por las armas, por ocupaciones y por invasiones. Granada, Nápoles, Milán, Portugal, las Indias orientales y occidentales (…) Tan pronto como el español ha puesto el pie en algún lugar, no sale de él nunca o muy rara vez”.

Desde Italia las opiniones negativas sobre España se van a centrar más que en la política de Felipe II en la valoración de la cultura española, criticando el desprecio del latín en las universidades españolas y el aislamiento cultural de nuestro país del que era responsable Felipe II con su famosa medida de 1559:

“…que de aquí en adelante ninguno de los nuestros súbditos y naturales no puedan ir ni salir de estos reinos a estudiar, ni enseñar, ni aprender ni a estar ni a recibir en universidades, estudios ni colegios, fuera destos reinos, y en los que hasta agora y al presente estuvieran y residieran en tales universidades, estudios y colegios, se salgan y no estén más en ellos dentro de cuatro meses…”

La Inquisición :

La Inquisición es el segundo aspecto en torno al que se desarrolla la leyenda negra. Fue un tema constante en los intelectuales de todas las nacionalidades, que catalogaron al Santo Oficio de cámara de tormentos que llevaba a cabo las más horrendas torturas. 

(La Inquisición moderna fue creada por los Reyes Católicos a través de una bula de Sixto IV, en 1478. Pero mucho antes funcionaron diversas Inquisiciones en países como Francia o Alemania. Esta Inquisición medieval persiguió a los albigenses en Francia y a herejes como Jan Huss, cuya figura fue uno de los antecedentes de Lutero)
 
Efectivamente, todas las obras de esta época intentan describir los sangrientos procedimientos inquisitoriales, alimentando el morbo popular. Muchos escritores trataron este tema. Acudamos, nuevamente, a la obra de Foxe:

“…añádanse a los padecimientos y horrores de la prisión, las injurias, amenazas, azotes y castigos, grilletes y torturas que soportan allí. A veces también los sacan y muestran en el exterior a la gente, como símbolo de censura e infamia. Y así quedan detenidos, algunos durante muchos años y van siendo asesinados por largos tormentos…”.

Los tópicos sobre España :

Entramos ahora en un terreno que aún perdura hoy día en nuestras conciencias: el empleo de los tópicos. En efecto, existe una clara tendencia a catalogar a los individuos de una nacionalidad sin que exista la menor prueba objetiva para ello. Sin embargo, los tópicos han llegado a convertirse en una etiqueta de la que resulta difícil escapar.

(Niños comiendo melón y uvas, Murillo, Se trata de una obra juvenil, fechada entre 1645-50. La imagen que transmiten los viajeros, suele ser superficial y tendente a los tópicos. De España se han subrayado los supuestos defectos de pereza, orgullo, violencia, religiosidad etc.)

Nos ocuparemos ahora de la utilización de estos tópicos, frecuentemente empleados para fomentar las rivalidades nacionales en nuestro propio país, por absurdo que esto resulte. Como señala Caro Baroja:

“Los tópicos han seducido a pueblos e individuos (…) pero no cabe duda de que en ciertos momentos suponen uno de los mayores peligros para vivir en armonía”.

En este sentido, la visión negativa de España se basa en la crítica de los aspectos temperamentales o caracteriológicos. Esta imagen la impusieron, sobre todo, los viajeros que directa o indirectamente conocieron nuestro país. La mayoría fueron implacables con sus críticas y, especialmente, los franceses, que pusieron todo su empeño en resaltar la pereza, la ignorancia, la vanidad, la envidia o la violencia de los españoles. Bertaut escribe:

“son los menos previsores del mundo y, como la mayor parte, apenas si saben lo que ha pasado entre ellos, porque no leen casi nada, tampoco se preocupan del porvenir y no viven sino al día…”

Mme. d’Aulnoy subraya que:

“no abandonan sus espadas ni para confesarse ni para comulgar. Dicen que la llevan para defender la religión y por la mañana antes de ponérsela la besan y hacen el signo de la cruz con ella… Son orgullosos y presuntuosos, coléricos, vengativos, su mayor defecto en mi opinión es la pasión de vengarse y los medios que en ello emplean…”

Por su parteMaurice Joly hace incluso una crítica biológico-racista:

“La gran sequedad de los españoles, atemperada en nosotros por un humor moderado, y la dureza del cerebro que les hace despreciar el aire libre y los gorrillos, les trae tantas incomodidades como la mala vista (…) A ser sordos creo que también están muy sometidos, viéndose en cantidad los que usan trompetillas o cerbatanas de plata o de marfil (…) Tienen también la mayor parte de los dientes careados, y por consecuencia, el aliento fétido (…) son también débiles e indigestos, en los que la carne se pudre más que se digiere, lo que se conoce en que, no obstante el gran empleo de la pimienta, no dejan de eructar y soltar sus exhalaciones lo que no procede sino de falta de buen calor, como la madera en el fuego no despide humo sino por falta de llama…”
  
Continuará...

Fuentes :

García Cárcel, Ricardo; Mateo Bretos, Lourdes (1990). “La leyenda negra”. Madrid: Altamira.
Alvar, Alfredo (1997). “La leyenda negra”. Madrid: Akal.
Molina Martínez, Miguel (1991). “La leyenda negra”. Madrid: Nerea.
Pérez, Joseph (2009). “La leyenda negra”. Gadir.

martes, 17 de mayo de 2011

La Leyenda Negra : El demonio del Mediodía

El contenido de la Leyenda Negra durante estos siglos se desarrolló en torno a tres aspectos. En primer lugar, las críticas a Felipe II, políticas y sobre todo personales, que fueron un instrumento de gran utilidad para difundir entre el pueblo los verdaderos motivos, que no eran otros que los derivados del indiscutible dominio español en esta época. En segundo lugar, las críticas a la Inquisición, a los tormentos utilizados, siempre de gran interés para el público. Por último, los tópicos con los que, desde Europa, se calificaba a los españoles.

Felipe II :

Felipe II, el “demonio del mediodía”, fue el blanco de numerosas acusaciones personales que le valieron una imagen de hombre cruel. Sin ánimo de disculpar al monarca, digamos que no parece hoy probado que ordenara la muerte ni de su esposa Isabel de Valois ni de su hijo primogénito don Carlos, que fueron los hechos más graves que se le imputaron.

(Felipe II fue el gran sujeto paciente de la Leyenda Negra, su beligerancia en la defensa de la Contrarreforma católica frente a la escalada protestante en Francia, Inglaterra y los Países Bajos le supuso todo un aluvión de críticas)

La muerte del príncipe don Carlos dio logar a numerosos comentarios y duras críticas contra Felipe II. Valga como dato curioso el hecho de que Iván el Terrible llevado por la cólera matara de un golpe a su hijo primogénito; prácticamente nadie se alteró, aun siendo un caso paralelo al de Felipe y su hijo. Hay que tener presente, pues, que tras estas acusaciones personales se escondían causas políticas.

Parece un hecho comprobado que don Carlos, nacido en 1545, dio muestras de retraso mental (no pronunció su primer sonido claro hasta los tres años) y de incapacidad, como señalaron sus tutores, para seguir con normalidad sus clases. Además de su carácter enfermizo tuvo la desdicha de caerse por unas escaleras con tan mala fortuna que se dio un golpe en la cabeza y empeoró notablemente; se tornó violento y su conducta fue cada vez más incontrolada.

(El Príncipe don Carlos (Valladolid, 8 de julio de 1545 – Madrid, 24 de julio de 1568) fue un heredero de la Casa de Austria, Príncipe de Asturias. Caracterizado por su formación débil y enfermiza, fue hijo de Felipe II y su primera esposa María Manuela de Portugal)

Dada la gran hostilidad hacia su padre, intentó huir de España a los Países Bajos. Entonces Felipe II mandó recluirlo en sus aposentos, en 1568; ese mismo año murió, tras un intento de suicidio y tras haber dado muestras de un profundo desequilibrio, pues, por ejemplo, alternaba huelgas de hambre con grandes comilonas y se ponía hielo en la cama en horas de calor.

En todo caso, a Felipe II se le puede acusar de no prestarle la debida atención pero no de asesinarlo premeditadamente.

El asunto desbordó la imaginación de las gentes y acaparó toda la atención dando origen a numerosos escritos, desde las obras ya citadas de Guillermo de Orange al futuro secretario de Felipe II don Antonio Pérez.

La crítica hacia la política de Felipe II :

Como ya hemos señalado, las causas políticas están íntimamente relacionadas con las acusaciones personales al monarca español. El papel de Felipe II en su intento por mantener la idea imperial y la ortodoxia católica en Europa supuso una complicada política exterior que llevó al rey al enfrentamiento abierto en cuatro ámbitos: Inglaterra, Países Bajos, Francia e Italia.

Las relaciones de España con Inglaterra, relativamente buenas en la primera mitad del siglo XVI, durante el matrimonio de Felipe con la reina católica María Tudor, se volvieron altamente conflictivas bajo el reinado de Isabel I. El enfrentamiento se produjo en dos ámbitos, pues se planteó un conflicto religioso (Inglaterra era protestante) y un conflicto de intereses económicos y políticos con numerosos intentos por parte de Inglaterra para participar de las ganancias americanas. Recurrieron en esta guerra comercial a todos los métidos, incluidos los saqueos a piratas a naves y posesiones españolas; el pirata más famoso fue Francis Drake, al que además se le otorgó el título de Sir. Pero hubo muchos otros como Hawkins.

(Hawkins fue uno de los piratas ingleses junto con Drake que intentaron expoliar los bienes de la Monarquía Hispánica. La guerra hispano-inglesa fue ante todo una guerra comercial desarrollada en el Atlántico. Los piratas ingleses intentaron saquear no sólo los galeones españoles sino también posesiones coloniales españolas como Santo Domingo o Cartagena la mayor parte de las veces sin éxito debido a que la armada española escoltaba estos galeones con buques de guerra fuertemente armados. Sus escasos éxitos sin embargo fueron muy difundidos avivando así la política antiespañola)

Esta guerra comercial desembocó en el conflicto militar de 1588 en el que Felipe II envió a luchar contra Inglaterra la famosa Armada Invencible. Su derrota, debida en gran parte a las tempestades más que a la defensa inglesa, llenó de orgullo a los ingleses, que hallaron el momento oportuno para ridiculizar a la Monarquía Hispánica. De este modo habla Robert Greene en su "Mascarada española" respecto a la práctica imperialista de los españoles:

“…Su servicio en las guerras y la política es circunvenir por perjurio, lograr por traición, socavar o, mediante alguna mezquina práctica marcial, debilitar al enemigo; si éste se resiste valientemente, se le enfría su valor y nunca, o casi nunca, se atreve a intentar otro encuentro…”

También el poeta Thomas Deloney aprovechó la ocasión para hacer historia-ficción y subrayar cuáles habrían sido las intenciones de los españoles de haber vencido:

    “Al hombre y su mujer asesinar
    acreciendo crueldad;
    y también desflorar
    a nuestras vírgenes, mientras miramos;
    y hasta en la cuna, los muy tiernos párvulos
    matar con golpe impío”.


Un anónimo inglés escribió una curiosa "Salutación esquelética" donde llegó a decir que le preocupaba que los ingleses bien nacidos dejaran de comer pescado, sabiendo que los peces se habían hartado de sangre española, pues él aseguraba al lector que no tenían nada que temer por ese lado, ya que los peces ya habían digerido al español y no transmitían la enfermedad venérea ni otros nocivos elementos que había en su carne.

Tenemos otros ejemplos no menos curiosos y descabellados. Así señalemos, por ejemplo, a Thomas Scott. Su obra más famosa fue el panfleto "Vox Coeli" donde, aparte de sostener la superioridad racial del norte sobre el sur, se dedica a relatar los crímenes de España que habían empezado nada menos que en los tiempos de Pedro I el Cruel.
 
Respecto a Francia, las malas relaciones con el vecino país que se remontaban a varios siglos atrás volvían ahora a avivarse. 

(Enrique III de Francia. Se dijo que era estéril y sexualmente ambiguo. Tuvo numerosos amantes, a los cuales paseaba por las calles de París con los labios pintados y vestidos de mujer. Organizó torneos con estos amantes, los cuales adoptaban poses femeninas durante las justas. Sus amantes se peleaban por conseguir ser el favorito de Enrique, llegando al asesinato. Fue un ferviente detractor de la política de Felipe II)
 
Francia atravesaba un mal momento, dividido el país en contiendas civiles por las guerras de religión. Enrique III acusó a Felipe II, aliado con la Liga Santa contra el monarca francés, de ser el causante de todos los disturbios ocurridos en Francia. Un libelo especialmente interesante publicado en 1590 afirmaba:

“...Por lo cual queda directamente probado cómo el rey de España es único causante de todos los disturbios en Francia”.

Conocido popularmente como el "Antiespañol alerta a los franceses a estar en guardia contra la:

…Insaciable avaricia (de los españoles), su crueldad mayor que la del tigre, su repugnante, monstruoso y abominable lujo; su incendio de casas, su detestable saqueo y pillaje de aquellos grandes tesoros que de todas partes de Europa se habían reunido en suntuosos palacios…

A lo largo del siglo XVII la visión de España de los franceses seguirá siendo negativa, la conflictividad bélica entre ambos países fue constante con períodos de enfrentamiento particularmente intenso (1635-1659). La política exterior de Luis XIV de Francia intentará integrar a España en el marco de sus intereses.

(Luis XIV de Francia 1643-1715, hijo de Luis XIII y de Ana de Austria, hija ésta de Felipe III de España. El llamado Rey Sol representó la consolidación del absolutismo monárquico en Francia.)
 
Incluso cuando a la muerte de Carlos II, Luis XIV presentó como candidato al trono de España a su nieto, el futuro Felipe V, hubo franceses reticentes a relacionarse con España. Fénelon, célebre pensador francés de finales del siglo XVII consideraba a España como:

“…no menos envidiosa y suspicaz que imbécil y envilecida (…) La autoridad absoluta sobre los españoles es insostenible a la larga. Dejadlos hacer, no harán nada bueno y os harán sucumbir con ellos”.
 
Continuará... 

Fuentes :

García Cárcel, Ricardo; Mateo Bretos, Lourdes (1990). “La leyenda negra”. Madrid: Altamira.
Alvar, Alfredo (1997). “La leyenda negra”. Madrid: Akal.
Molina Martínez, Miguel (1991). “La leyenda negra”. Madrid: Nerea.
Pérez, Joseph (2009). “La leyenda negra”. Gadir.

miércoles, 4 de mayo de 2011

La Leyenda Negra : Orígenes

Según el diccionario de la Real Academia Española define a la Leyenda Negra Española como :
 
«Opinión contra lo español difundida a partir del siglo XVI» y como «opinión desfavorable y generalizada sobre alguien o algo, generalmente infundada».
 
Los orígenes de la Leyenda Negra se remontan al siglo XIII cuando en Italia los mercaderes cataIanes suponían una dura competencia para los italianos, y los territorios de Nápoles y Sicilia eran ocupados por los reyes de la Corona de Aragón.

La situación empeoró tras el saqueo de Roma, en 1527, que provocó duras críticas a la política de Carlos V, que aumentarían con las guerras mantenidas en Italia. Sin embargo, no hay que exagerar la trascendencia negativa que tuvo en Italia el saqueo de Roma; existen datos posteriores que demuestran una valoración positiva de España. Por ejemplo, Francesco Guicciardini, en su "Storia d’ItaIia" elogia a los soldados españoles y denomina Gran Capitán a Gonzalo Fernández de Córdoba culpando de las atrocidades del saqueo de Roma a los soldados (lansquenetes) alemanes. 

(Ilustración de Theodor de Bry (1528–1598) inspirada en un pasaje de la "Brevísima" de fray Bartolomé de Las Casas, fraile dominico español, cronista, teólogo, obispo de Chiapas (México), filósofo, jurista y apologista de los indios)

En realidad, fue en la segunda mitad del siglo XVI durante el reinado de Felipe Il, cuando se definieron claramente las acusaciones europeas hacia España, concretándose en lo que se conoce como Leyenda Negra. Ahora bien, es necesario puntualizar que la Leyenda Negra se basa en una determinada idea política sustentada desde Carlos V, esa sería la concepción política que tantas críticas había de provocar entre los europeos.


La leyenda bajo el Emperador:

La Unidad de la Cristiaridad bajo el Imperio y su defensa contra los musulmanes fue para Carlos V una suprema misión. Sin embargo, y pese a la enorme herencia recibida, Carlos poseía muchos territorios que mantenían sus características individuales que conservaban su propias leyes, sus instituciones, su moneda, sus privilegios, por tanto, sólo pudo ser señor absoluto de una parte del territorio, pero sin conseguir una efectiva unificación. Por este motivo no llegó a ver realizadas sus aspiraciones de “Humanitas Christiana” es más, la Reforma Protestante, que se produjo en esta época, favoreció la desintegración del lmperio, ya que los príncipes alemanes apoyaron a Lutero en un claro intento de desmarcarse del Emperador.

Hacia 1540 la idea imperial chocaba dentro de la Europa renacentista donde irrumpían con fuerza las diferentes nacionalidades. España, defensora de esta unión europea se convirtió en el blanco de numerosas críticas.

(La conquista de Túnez en 1535 tuvo como objetivo contrarrestar el poderío otomano en el Mediterráneo, la labor fue ardua y aunque se lograron importantes éxitos, la victoria final no llegaría hasta Felipe II y la batalla de Lepanto)

Es interesante reseñar cómo se difundieron estas ideas. Y es que los conflictos surgidos alrededor de la Reforma y la Contrarreforma favorecieron la técnica de la propaganda; así, de la persuasión desde el púlpito se dio paso a los sutiles consejos desde el confesionario donde era fácil adoctrinar a los creyentes, pero sobre todo la gran arma divulgativa fue el panfleto. A través de ellos se daría rienda suelta a la exageración y a la distorsión y manipulación.

Las fuentes de la leyenda :

Dentro de este ambiente de controversia, destacó sin duda el religioso español Bartolomé de las Casas y su “Brevissima relación de la destrucción de las Indias” La obra es una impresionante descripción de los métodos empleados por los españoles en América. Esta obra fue el justificante a seguir por todos los opositores a España para basar sus teorías, si bien no es menos cierto que el resto de naciones que llegaron a América emplearon métodos similares o incluso peores en cuanto a crueldad a la hora de explotar de aquellas tierras.

(Siendo niño conoció a los Reyes Católicos, y a Cristóbal Colón, pues su padre Pedro de las Casas, participó en los viajes del almirante. En 1499 tuvo la oportunidad de conocer a un indio, el cual fue traído por Colón y regalado a su padre como esclavo)

Publicó su obra en 1552 en Sevilla. La primera traducción al holandés fue en 1578, en plena guerra de independencia, y hasta 1617 tuvo 16 reimpresiones. En 1617 se publicó por primera vez en francés, con la expresa intención de apoyar a los rebeldes holandeses, y en 1800 ya se habían publicado ocho ediciones. La primera edición inglesa es de 1583; la alemana de 1597. La latina de 1598 fue profusamente ilustrada por Theodore de Bry, grabados que fueron empleados posteriormente en muchas otras ediciones, por lo que su impacto en la percepción de la Leyenda Negra fue enorme. Incluso está declarado santo por la Iglesia anglicana, la cual celebra su festividad el 20 de Julio.

Hubo también otros autores en Europa que contribuyeron a la Leyenda Negra, por ejemplo; Reinaldo González Montano (Exposición de algunas mañas de la Santa Inquisición Española, 1567), John Foxe (EI Iibro de los mártires, 1554), Guillermo de Orange (Apología, 1580)  y Antonio Pérez (Relaciones, 1594).

González Montano, fue un protestante español exiliado en Londres. Su identidad real es un misterio aunque parece ser que quizá se tratara de un fraile sevillano, hermano del convento de San Isidro que huiría tras la represión de la comunidad protestante sevillana desde 1557. La obra de González Montano, escrita en latín y publicada por primera vez en Heidelberg en 1567, es un cuento de terror sobre la Inquisición, que se detiene especialmente en las torturas y tormentos. El éxito fue enorme como lo demuestran las sucesivas traducciones y ediciones de que fue objeto el libro. En Inglaterra esta obra se consideró como una advertencia y una descripción propagandística de todo lo que podría suceder en los Países Bajos.

John Foxe era un exiliado de la Inglaterra de Maria Tudor en Holanda. Su libro, escrito en inglés “Acts and Monuments” fue comúnmente llamado el “Libro de los Mártires” y tuvo enorme éxito editorial. Ha sido tal la importancia de esta obra que se ha reeditado con notable regularidad hasta 1954.

(John Foxe (1516 - 8 de abril de 1587) es recordado por ser el autor del famoso Libro de los Mártires, que es un compendio de los mártires cristianos a lo largo de la historia, con énfasis en el sufrimiento de los protestantes ingleses desde el siglo XIV hasta el reinado de María I de Inglaterra)

Las causas de esta enorme difusión se basan, entre otras razones, en el carácter ameno del libro y en el hecho de coincidir con las creencias populares; sin embargo, sorprende saber que la parte dedicada a los mártires españoles no es larga y que, además, fue añadida en una edición posterior, en 1570. La narrativa gráfica intensificaba en sus numerosos lectores el odio feroz a España y a la inquisición.

"... el trato extremo y la cruel rapiña de estos inquisidores católicos de Espana, [es tal] que, bajo el manto de la religión no buscan más que su lucro privado y su comodidad, defraudando y saqueando hábilmente de sus bienes a otros ...”
 
Guillermo de Orange, líder de la revuelta de Países Bajos, escribió toda una serie de proclamas y panfletos contra el gobierno de Felipe II,  el más famoso fue el de "Apología", anteriormente citado. Fue un hábil propagandista capaz de poner el énfasis en aquello que sensibilizaba más a la opinión pública, como por ejemplo los abusos de los soldados, que describía con todo detalle:

“... Ias mujeres honestas y jóvenes doncellas violadas ante los ojos de sus maridos y sus padres, mientras mujeres embarazadas eran muertas en las calles por hombres que se habían entregado a toda clase de vicios antinaturales." 

(Guillermo de Orange, llamado el Taciturno, gran figura de la revolución de los Países Bajos, escapó de las ejecuciones impuestas por el Duque de Alba en 1568, pero murió asesinado en 1584 posiblemente por encargo español)

No menos duras son las acusaciones que vierte contra Felipe II:

".. incestuoso, por haberse casado con una sobrina carnal; asesino, por haber matado a su esposa Isabel y a su hijo, el príncipe Don Carlos, para justificar ante el Papa la razón de Estado que imponía el nuevo matrimonio."

El libro de Orange gozó de gran difusión entre los innumerables panfletos antihispánicos que circularon profusamente en los Países Bajos y en la Inglaterra de las últimas décadas del siglo XVI y principios del XVII.

Antonio Pérez que desempeñó un papel importantísimo en la propagación de la Leyenda Negra. El célebre exsecretario de Felipe II, publicó en castellano sus “Relaciones” (1594) en Londres bajo el seudónimo de Rafael Peregrino; pese a todo, la obra tuvo mas éxito en Francia que en Inglaterra ya que existen varias ediciones en París. En España, por el contrario, no se publicó hasta mediados del siglo XIX.

(Antonio Pérez del Hierro (Valdeconcha, Guadalajara, España; 1540 – París, Francia; 7 de abril de 1611).1 fue el Secretario de Estado del Rey de España Felipe II)

Antonio Pérez, ejerció durante más de diez años una poderosa influencia sobre Felipe II. Fue alumno de las universidades de Lovaina y Salamanca y posteriormente completó sus estudios en Italia. Parece ser que sus gustos refinados y un cierto servilismo fascinaron a Felipe II, que supo valorar su habilidad para los negocios y para resolver los problemas  de política exterior, cualidades que fueron adecuadamente recompensadas, de modo que Pérez acumuló una gran riqueza y un progresivo poder que le granjeó numerosos enemigos.

En las dos primeras décadas del reinado de Felipe II se destacaron dos facciones entre los consejeros y funcionarios del monarca: la capitaneada por el príncipe de Éboli y la dirigida por el duque de Alba.

Antonio Pérez se vinculo a la primera facción, tal vez debido a su supuesta relación amorosa con la famosa princesa de Éboli (aunque no parece que este hecho tenga demasiado fundamento) lo cierto es que Pérez le reveló secretos de Estado y comerció con los favores reales. Tras la destitución, en 1572, del duque de Alba y después de los acontecimientos de los Países Bajos, quedó vía libre para los de Éboli y al fallecer el príncipe en 1573, Antonio Pérez asumió el  poder de este grupo y quiso interferir en la política de los Países Bajos a través del nombramiento de Escobedo, su secretario, para vigilar de cerca a don Juan de Austria, gobernador en los Países Bajos.

Sin embargo, tiempo después, comprobó que su secretario Escobedo, estaba más cerca de don Juan de lo que le hubiera gustado, lo que suponía un terrible peligro para Pérez pues Escobedo conocía perfectamente sus asuntos.

Pérez intrigó contra su secretario y llegó a convencer al Rey de la peligrosidad de Escobedo que finalmente murió asesinado en 1578. Sin embargo, tantas fueron las intrigas y maquinaciones que al final llegaron a ser de conocimiento del propio Felipe II que vio cómo había formado parte de ellas. Pérez fue detenido en 1579 y encarcelado, pero consiguió huir a Aragón, de donde era originario, en 1590. Alli, se acogió a los fueros para evitar la persecución del Rey. El tribunal de la Inquisición reclamó su extradición bajo la acusación de hereje y logró que se le encarcelara en Zaragoza, lo cual provocó una sublevación popular en defensa de los fueros que lo puso en libertad en 1591. Antonio Pérez huyó a Francia y de allí pasó a Inglaterra donde, según parece, no fue muy bien acogido. Finalmente, murió en París.

Su obra es un alegato contra Felipe ll, causa de su desgracia. Acusó al Rey de mantener relaciones amorosas con la princesa de Éboli y de la muerte de su hijo don Carlos  De él afirma, entre otras cosas, que:

“No hacía distinción de personas, las envenenaba a todas sin temor de Dios ni vergüenza del hombre".

Y tampoco faltan las críticas a los castellanos:

“Pueblo maligno y perverso (...) lleno de orgullo, arrogancia, tiranía e infidelidad”

Pérez, como los otros autores citados, fueron fuentes principales de la difusión de la Leyenda Negra Española. Una leyenda que implicaba a muchos de los pueblos españoles (catalanes, castellanos etc…) y que persiguió a España durante siglos. Una leyenda basada muchas veces en tópicos creados por los enemigos de la nación más poderosa por entonces y otras veces por los mismos españoles exiliados y apartados por el poder.

“La leyenda negra es una muestra de los flujos de opinión (admiración-rechazo) que se cruzan entre sí todos los países europeos conforme se solidifican las identidades nacionales propias. España recibe críticas pero también alabanzas, y por supuesto, emite ella también juicios de valor positivos y negativos sobre otros países. La llamada leyenda negra es muy distinta si procede de países competidores (Francia o Inglaterra), de sujetos pacientes del Imperio español o de ex colaboradores (Orange, Antonio Pérez). Hay, por otra parte, una leyenda negra del Imperio en su fase ascendente que se escribe desde el resentimiento y la envidia de otros países, y otra del Imperio en su fase decadente que se escribe desde la ironía sangrante, que se regodea en el ídolo de los pies de barro.” (1)

En otras entradas veremos cómo evoluciona esta leyenda en siglos posteriores, cómo se supera la leyenda basada en tópicos mediante la investigación histórica, cómo era vista España por los mismos españoles etc…

Fuentes :

García Cárcel, Ricardo; Mateo Bretos, Lourdes (1990). “La leyenda negra”. Madrid: Altamira.
Alvar, Alfredo (1997). “La leyenda negra”. Madrid: Akal.
Molina Martínez, Miguel (1991). “La leyenda negra”. Madrid: Nerea.
Pérez, Joseph (2009). “La leyenda negra”. Gadir.
(1) Ricardo García Cárcel (Catedrático de Historia Moderna) “Leyenda  negra y autocrítica”, hemeroteca ABC.
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